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Se podría decir que oír canciones siempre mejora nuestra eficacia, pero lo cierto es que no siempre es así. Un estudio realizado por científicos de la Cardiff Metropolitan University demostraba que, en ocasiones, «el silencio era oro». Y es que cuando nuestro cerebro hace un esfuerzo extra para comprender, asimilar y memorizar nueva información, necesitamos que toda nuestra mente se concentre en eso.
En ese caso, escuchar música podría desviar nuestro foco de atención hacia ella, y hacer que nuestro cerebro no trabaje al máximo rendimiento. Por eso, habrá quien a pesar de que le encante escuchar música a diario, prefiera estudiar en ambientes silenciosos para concentrarse mejor y rendir lo suficiente. La explicación, según estos científicos, se basa en que la música interfiere en cómo se forma la memoria a corto plazo, que es el mecanismo utilizado para aprender mientras se estudia.
Tampoco importaba el género de las canciones que los participantes en el estudio escuchaban. El problema recae en que recordaban y asimilaban menos conceptos cuando su cerebro oía a la vez los diferentes grupos. Trabajos como el de esta investigación, sin duda, son una buena muestra del poder que genera la música sobre nuestras actividades diarias. Escuchar nuestra música favorita en muchas ocasiones nos ayudará a trabajar, pero hay que tener especial atención en que nuestro cerebro no se «vaya por las nubes». Lo importante es que nos deje concentrarnos lo suficiente cuando por ejemplo estudiamos o memorizamos algo.