La ansiedad escénica es el interesante tema de la tesis doctoral de José Ballester Martínez, profesor de piano en el Conservatorio de Música de Murcia, que aborda esta problemática y su influencia en la labor interpretativa del músico.
IBP: ¿Qué es la ansiedad escénica?
JBM: La podríamos definir como el miedo o angustia irracional que surge antes o durante la actuación en público ante la posible evaluación negativa de los demás. Algo que puede tener efectos devastadores a nivel interpretativo. En el mundo de la música, compositores como Chopin, que se sentía “intimidado” por las miradas curiosas del público, hasta intérpretes como María Callas, Vladimir Horowitz, Glenn Gould o Luciano Pavarotti, han sufrido este problema psicológico. En este sentido, el pianista chileno Claudio Arrau se refirió a ella como “[…] ese temor tan intenso en el que se desvanecen las notas agudas de los cantantes y toda técnica y maestría parecen evaporarse.”
IBP: ¿Qué le llevó a realizar este estudio?
JBM: La principal razón fue mi preocupación por el gran deterioro interpretativo que sufren algunos alumnos al actuar en público, algo que no es justificable si atendemos a la cantidad de horas que invierten en su preparación, y que generalmente sitúa el resultado de su actuación muy por debajo de unas expectativas razonables. Por otro lado, y dado que apenas se han realizado estudios similares en España, pensé que sería interesante conocer el verdadero impacto de este problema en nuestros conservatorios.
IBP: ¿Hasta qué punto los nervios pueden influir en la calidad de la interpretación?
JBM: Una actuación musical requiere un alto nivel de destreza motora y cognitiva. Además, siempre es impredecible, independientemente del grado de preparación del músico. Esta incertidumbre sumada a las expectativas irracionales y la preocupación excesiva por los errores, propias del carácter perfeccionista de los músicos, elevan los niveles de ansiedad. Cuando esos niveles superan un determinado umbral, variable en cada músico, las respuestas fisiológicas, cognitivas y conductuales que se desencadenan pueden condicionar negativamente su precisión y concentración, mermando la calidad de su interpretación. Para muchos músicos, los signos más visibles de esta “sobreactivación” se producen a nivel fisiológico, como la sudoración o las manos temblorosas. De hecho, cierta tensión muscular y agitación afecta negativamente a los aspectos de la producción física del sonido. El resultado final puede ser una nota errónea o desafinada (por la colocación de los dedos o el movimiento del brazo) así como cierta imprecisión rítmica. A nivel cognitivo es importante destacar los pensamientos negativos que el intérprete puede sentir acerca de su actuación. Por ejemplo, la preocupación por cometer errores, olvidar pasajes, no ser capaces de tocar con expresividad, o incluso llegar a hacer el ridículo. Estos dos patrones de respuesta (fisiológica/cognitiva) tienen incidencia directa sobre el componente conductual, al hacer que los músicos cambien la forma en que normalmente y adecuadamente realizan su interpretación. Por ejemplo, un trompetista que normalmente utiliza un fuerte soporte de respiración para producir tonos más agudos con la trompeta puede sufrir la falta de aire, e intentar compensarlo empleando una fuerza excesiva de los labios en la boquilla. O por ejemplo, un pianista que siente tensión en sus muñecas y antebrazos intentará contrarrestar de forma inconsciente esa tensión empleando más fuerza en sus movimientos, lo cual le hará perder el control del sonido. Tales adaptaciones no deseadas acarrean problemas técnicos que evidentemente repercuten en la calidad interpretativa.
IBP: ¿Cómo afecta la ansiedad escénica en el día a día de un estudiante de música en su centro de estudios?
JBM: En la enseñanza reglada de los conservatorios, las actuaciones se presentan como requisito básico, generalmente en un contexto altamente evaluativo. El estrés que genera una actuación se suma al que ya de por sí tienen los estudiantes que deben afrontar sus obligaciones diarias en el colegio/instituto. Sin olvidar el clima de competencia entre estudiantes que luchan por lograr un futuro en el mundo de la música. Esto hace aflorar emociones autoconscientes como vergüenza o culpa, asociadas a la autoevaluación y consecuencia de cierta presión social que actúa a través de distintos sentimientos: miedo al castigo, sentimiento del deber, responsabilidad,… Para los músicos en general, no sólo los estudiantes, el éxito se puede medir de muchas maneras, pero a menudo se basa en cómo otros juzgan sus actuaciones, así como en la propia auto-evaluación (los propios músicos suelen ser sus peores críticos). Además, para los músicos su arte es una parte única de su propia identidad, cuando se sienten criticados, o son auto-críticos, toda su identidad se siente amenazada. Como señalaba Brandfonbrener, “durante la actuación, el músico altamente capacitado o cualquier otro artista expone su posesión más preciada, por no hablar de la parte más significativa de su identidad como músico, a un juicio sobre el cual sólo tiene un control limitado”. Así pues, un estudiante que considera no haber cumplido con sus propias expectativas, o no haber conseguido los elogios de quienes los juzgan, puede percibir esta circunstancia como un ataque personal. Por todos estos motivos algunos estudios señalan que 1 de cada 5 alumnos deciden abandonar sus estudios musicales a causa de la ansiedad escénica.
IBP. ¿Podría explicarnos las características principales de su estudio?
JBM: Se trata de un estudio descriptivo correlacional en el que han participado 68 profesores y 502 estudiantes de enseñanzas elementales, profesionales y superiores de cuatro conservatorios de música: Murcia (profesional y superior), Cartagena y Lorca. Además de estos 4 conservatorios, han colaborado la Universidad de Murcia y la clínica proxemia.es, que cuenta con los servicios de una de las principales especialistas a nivel nacional en el tratamiento de la ansiedad escénica, la psicóloga Ana Mª Flores Miralles.
Se realizó en dos cursos académicos consecutivos (2012-2014). El primero de los cuales se destinó a la recogida de datos mediante la estrategia de encuesta, con el objetivo de poner a prueba nuestras hipótesis y detectar los casos con alta probabilidad de presentar el trastorno. Posteriormente, se realizaron entrevistas clínicas por parte de los especialistas de la unidad de terapia “Unidad de Terapia de Conducta del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad de Murcia” para descartar falsos positivos. Durante el segundo curso se desarrolló un programa de intervención dividido en doce sesiones con el objetivo de dotar a los músicos participantes de técnicas adecuadas para controlar los niveles excesivos de ansiedad que pueden mermar su rendimiento sobre el escenario.
Además de este estudio empírico se invirtieron otros tres años en la revisión de estudios y publicaciones con los que contrastar nuestros resultados y confeccionar el marco teórico.
IBP: ¿Nos podría resumir algunos de los resultados más relevantes de su estudio? ¿Afecta por igual a estudiantes y a profesionales?
JBM: Este estudio pone de manifiesto el impacto significativo de la ansiedad escénica en los músicos de estos conservatorios, ya que 1 de cada 3 alumnos ven deteriorada la calidad de su interpretación por este motivo, con niveles de ansiedad ligeramente superiores en el caso de los adolescentes y una mayor vulnerabilidad de las chicas. Además, cuantas más horas de estudio y más experiencia, se producen niveles más bajos de ansiedad. Por este motivo, no sólo los profesores, sino los estudiantes de enseñanzas superiores que cuentan con más años de experiencia, presentan niveles de ansiedad más bajos que aquellos con menos experiencia. Tal y como revelan algunos estudios estas diferencias residen en una menor disposición de estrategias para afrontar la ansiedad, y un menor número de actuaciones en público que permitan al músico desarrollar un proceso de desensibilización.
Por otro lado, encontramos una relación inversa entre la afinidad de la familia por la música y el nivel de ansiedad de los intérpretes adultos. En cuanto a la relación entre los estilos educativos parentales y la ansiedad escénica, los datos revelan que conforme mayor es el control conductual que los padres ejercen sobre sus hijos, mayor es la intensidad de sus respuestas de ansiedad.
Por último, destacar la importancia del contexto de actuación en la experiencia de la ansiedad escénica. De forma que la actuación solista en una sala importante, ante una audiencia compuesta por figuras de autoridad y en una situación de examen o evaluación provoca los niveles más altos de ansiedad escénica.
IBP. Ante esta realidad, ¿existen soluciones que pudieran paliar este problema en músicos intérpretes?
JBM: Los resultados advierten de la necesidad de plantear medidas de ámbito pedagógico y psicológico que contrarresten esta situación. Sería conveniente promover visiones interdisciplinarias entre los expertos de la conducta humana y los especialistas de la educación musical, así como la incorporación de servicios de orientación psicopedagógica especializada para estudiantes de música en programas de formación interpretativa. Los departamentos de orientación son habituales en los institutos de educación secundaria, pero no así en los conservatorios de música y enseñanzas artísticas. De hecho, prestigiosas instituciones de formación musical fuera de España han demostrado la eficiencia de estos servicios gracias a los excelentes resultados obtenidos por sus alumnos.
Los psicólogos pueden ayudar a desarrollar técnicas adecuadas para afrontar el problema de la AE (ej. desensibilización sistemática, reestructuración cognitiva, relajación, exposición, etc.), más allá de las experiencias personales que cada profesor de música podemos transmitir a nuestros alumnos que, aún siendo importantes, no siempre son efectivas para controlar las respuestas de ansiedad.
Por último, es importante destacar que aunque se trata de una situación temida, un alto porcentaje de músicos mantienen un compromiso continuo con la actuación. Lo que puede atribuirse a su alto grado de implicación en la música y al deseo de dominar una situación temida, en vez de sucumbir pasivamente a ella.