La palabra música procede del griego mousike. Podemos considerarla el arte de organizar de forma sensible y lógica una combinación coherente de sonidos y silencios.
La música nos entra por el oído pero la sentimos, la comprendemos e interpretamos en nuestro cerebro. Es capaz de ponernos los pelos de punta, amplificar emociones y proporcionar placer. La música nos proporciona bienestar y felicidad, desarrolla la sensibilidad, la creatividad, la capacidad de abstracción y ayuda a que descubramos nuestro mundo interior.
A veces la música nos «persigue», la escuchamos en todas partes, en la calle, en los centros comerciales, en la peluquería y entonces se vuelve agobiante. El muzak, es el termino con el que se conoce a la música ambiente con la que somos bombardeados continuamente, sin tener capacidad de elección, en las tiendas, restaurantes, empresas o en el teléfono…
También se conoce este tipo de música como «música ascensor» ya que en un principio se usaba en los rascacielos dentro de los ascensores, para calmar a la gente que estaba dentro.
El estudio de la música está íntimamente relacionado con las matemáticas y la física. Si hablamos de música estamos hablando de resonancias, frecuencias, vibraciones, espectros y análisis armónico.
Está claro, «la música es un vehículo perfecto para desarrollar la inteligencia emocional, es una forma de actuar con el mundo, que tiene en cuenta los sentimientos propios y ajenos».