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MOZART NUNCA DEJA DE SORPRENDERNOS

Ya sabemos que Mozart fue un niño prodigio, con apenas ocho años era un reputado concertista y por si fuera poco, compuso su primera sinfonía.

Como todos los genios no estaba exento de excentricidades, en su caso era un odio absoluto hacia el sonido de la flauta. «Lo único peor que una flauta, son dos». Los únicos conciertos para flauta que escribió fueron por encargo, hasta que pudo sustituir este instrumento por un clarinete y así creó el increíble Concierto para Clarinete K.622.

Además nuestro Mozart tenía un «punto erótico», incluía en casi todas sus obras representadas un toque de erotismo camuflado.

La verdad es que hablar de Mozart siempre estuvo de moda, algunos psicólogos afirmaban que este hecho estimulaba la inteligencia y que si las embarazadas escuchaban su música, su retoño tendría un alto coeficiente intelectual.

Mozart tenía fijación con el número tres, posiblemente debido a que era Masón, ya que en la masonería este número tiene un alto significado. En muchas de sus obras utilizó este número, como en La Flauta Mágica en donde aparecen tres acordes mayores en la obertura, tres niños, tres instrumentos mágicos, tres pruebas, tres templos, tres hadas…

Durante su adolescencia era asiduo en las fiestas y a disfrutar de las largas noches. Desde su mayoría de edad hasta que murió, componía unas cuatro piezas al mes y su cabeza trabajaba sin descanso.

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