Vínculos a través de la música
Entre padres e hijos, durante los primeros tres años de vida se establecen una serie de vínculos y éstos se refuerzan con la música que permite construir poderosas conexiones entre padres e hijos mediante un disfrute conjunto y compartido de la música.
Cuando hablamos con ellos ajustamos nuestras voces a cada situación pero con la intención de aumentar la lírica, el ritmo, la cadencia, con el fin de hacerlas más musicales que se ve potenciado cuando el bebé responde y pasa a formar parte de ese dúo musical que refuerza el amor y la confianza.
El bebé identifica y discrimina la voz de su madre de otras y al momento también la del padre y con el paso de los días buscan activamente el sonido de las voces del resto de su entorno y atraen a sus padres imitando sus sonidos y respondiendo a la música de muchas maneras y con movimientos varios en los primeros nueve meses de vida.
Posteriormente, hasta el año y medio el niño disfruta compartiendo la música que usan, del mismo modo que los movimientos y expresiones faciales, para interactuar. Melodías conocidas le hacen sentirse seguro y se pueden asemejar a esa mantita que agarran para dormir o incluso durmiendo, o ese peluche que les resulta agradable y placentero y también es fundamental para establecer rutinas (pensemos en las nanas para dormir).
Ya en un siguiente período, hasta los 36 meses les encanta inventar canciones ellos mismos o interactuando con otros. Cantan para sí mismos, para su propio disfrute y les encanta escucharlas una y otra vez, pues resulta una experiencia totalmente placentera para ellos.
Hagamos que disfruten de la música, pongamos música en su vida y logrando que el pulso de la misma se convierta en parte de ellos mismo y lograremos un desarrollo emocional e intelectual importantes.